Por mucho tiempo, durante mis primeros años de existencia me era difícil separar el concepto de casa y hogar, dibujar en la escuela una casa y un hogar eran un ejercicio casi de repetición para mí, dichos conceptos estaban vinculados intrínsecamente, una abstracción del espacio realizado con un cuadrado y un triángulo acompañados de unos garabatos eran los más vivos retratos de mis padres y hermanos, lo cual era suficiente para dar por terminada mi labor. Estos conceptos constantemente los intercambiaba o los utilizaba como sinónimos, aun cuando la madurez llegó a mi vida y pude comprender las diferencias entre ellos, seguía siendo una idea abstracta, complejo de separar o de poca relevancia el hacerlo.

Tiempo después y como parte de los aprendizajes de la vida, entendí las grandes diferencias entre ellos, ahora como migrante, puedo apreciar la importancia del detalle sobre la repisa, lo único de esos tejidos en casa de mi abuela, o esas fotografías colgadas en la nevera, éstas son un conjunto de relaciones esenciales que creamos como individuos en el espacio privado que decidimos mostrar como señales codificadas por la experiencia a la sociedad en la búsqueda de pertenecer a ella.

​​Existen maneras de definirse por medio del conjunto o contexto, ya sea: una bandera, un equipo, una idea, el utilizar estos límites para encontrar significado como individuo son normas básicas para el desarrollo como sociedad. 

Estas fronteras marcan un espacio delimitado, más no un vacío, un espacio que espera por nuevas experiencias para generar así una relación positiva con el contexto, territorio y el propio ser.

Cuando se desprende la casa del hogar, sufre el cuerpo,  sufre la memoria y surge un instinto de hacer del nuevo contexto una extensión del ser, el particularizar la experiencia de un cuerpo que se manifiesta y habita lo público, que se acerca con los brazos abiertos a lo incierto tratando de tomar algo entre ellos, algo que ayude a aferrarse a la nueva realidad es la respuesta ante este escenario de angustia.

El mismo cuerpo que recorre el espacio, ese que guía la mirada en el panorama fijado en el horizonte, el que tiene en sus manos el instante decisivo, es aquel que nos enseña un poco de sí mismos en su accionar, que muestra aquello que considera importante y al igual que esa foto sobre la repisa en el hogar, no solo muestra a quien está siendo representado sobre el papel, sino también deja entrever un poco del alma de quien la toma.

En esta exposición se cuenta con 10 artistas que buscan encontrar en el paisaje una extensión de ellos mismo, una serie de miradas marcadas por lo íntimo y lo experimental que muestran diferentes maneras para llenar los vacíos, donde la belleza de la naturaleza es la herramienta sublime de construcción de casas y hogares.